Mira las etiquetas

Fischler llama a nuestros alimentos bajo el epígrafe de "OCNI": objetos comestibles no identificados. Con este neologismo hace hincapié en algo que sólo ha vivido el ciudadano occidental de los últimos 50 ó 60 años: sólo una pequeña parte de la población está dedicada a la producción directa de alimentos. Así, países como EEUU sólo dedica el 3% de su población a la agricultura, dado el altísimo grado de mecanización que tienen sus cultivos. Los países occidentales como España y otros de su entorno dedican en torno al 6% de su población a la producción agrícola. Este dato objetivable ha redundado en el hecho de que no conocemos practicamente en nada el proceso de producción de gran parte de los alimentos que consumimos. En el discurso cotidiano del ciudadano se pueden escuchar expresiones como "esto ya no sabe como antes", en una alusión a la pérdida de propiedades organolépticas de los alimentos (sabor y olor fundamentalmente, aunque también puede referirse al aspecto externo), cuestión que está muy asociada al modo intensivo/industrializado en que producimos gran parte de los alimentos que consumimos.

Por eso, desde esta web te invitamos a que adoptes la decisión y la costumbre de revisar el etiquetado de todo lo que consumas. Te proponemos varios ejemplos para que los introduzcas en tu dieta:

1.-ATUN CLARO DE UNA CONOCIDA MARCA. COMPARA EL CONTENIDO CALÓRICO POR 100 GRAMOS DE PRODUCTO SI ES ENVASADO CON ACEITE DE GIRASOL A SI ES ENVASADO SÓLO CON AGUA Y SAL (AL NATURAL):

ES SIMPLE: LA MITAD DE CALORÍAS POR CONSUMIR ATÚN CLARO AL NATURAL, Y POR LO TANTO MUY RECOMENDABLE EN LA DIETA DE LAS PERSONAS CON SOBREPESO U OBESIDAD.